29 de junio de 2011

III: Olor a mojado

Advertencia: este relato forma parte de una historia, quizá deberías leer desde el principio...

Se secó las lágrimas y alzó la mirada. Todo estaba oscuro, hacía frío. Extendió los brazos y tocó el vacío. De nuevo estaba sola, sentada con su cuaderno entre los trapos que la resguardaban del vendaval. Las hojas estaban húmedas, arrugadas. Llovía.

Tambaleándose entró en la casa. Sabía que estaba en la realidad, odiaba la realidad. Quería seguir jugando a aquel juego. Se tumbó en la cama y pensó que debía seguir escribiendo.

Un enorme ruido en la entrada hizo que lo olvidara todo. Escuchó pasos rápidos, alguien corría dentro de su casa. Quiso que fuera su hermano.

Un soldado irrumpió en su habitación, abrió la puerta de una patada. No identificó su bando. Le estaba apuntando con su arma. Agnes no entendía de armas, pero esta era muy grande, como una escopeta. Recordó que lo llamaban fusil.

Levantó las manos. Estaba congelada, había dejado de llorar. Se abalanzó sobre ella, comprendió que estaba intentando violarla. Intentó zafarse de él, pero era muy fuerte. El soldado comenzó a desnudarse de una manera muy torpe al tiempo que intentaba arrancarle la ropa. Agnes con sus manos intentaba quitárselo de encima. No podía. Era muy fuerte. El soldado cogió sus manos e intento besarla, ella apartó la cara. Le dio un bofetón con su mano derecha, Agnes cogió el telefóno con su mano izquierda y golpeó al despreciable ser. El hombre calló al suelo. Agnes cogió un cuchillo y la parte reptiliana de su cerebro le ordenó que apuñalara a aquel hombre. Lo hizo. Con desprecio, con rabia, con odio.

Se retiró a un rincón de la habitación llorando, muy nerviosa, casi no podía respirar. Se acurrucó. Miro sus manos, temblorosas manos llenas de sangre. Sintió la necesidad de lavarse.

Miró a su espejo. Había sangre en su cara. Con el poco agua que quedaba intentó lavarse el rostro. El cristalino fluido se tiño de rojo. Necesitaba abrazar a su hermano.

Fuera estaba lloviendo. Ya no olía a mojado, olía a sangre.

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