20 de julio de 2011

VI: Demasiadas preguntas para un cuadro de Sorolla

Advertencia: este relato forma parte de una historia, quizá deberías leer desde el principio...

No entendía el funcionamiento de aquel cuaderno, de sus textos escritos en él, de su poder. Estaba claro que influía en su vida, pero ¿y en la de los demás?. ¿Qué era aquel mundo que había creado?. ¿Qué era real y qué no?. ¿Acaso estaba soñando?. ¿Dónde estaba?, ¿en la guerra o en el sitio que siempre soñó?. ¿Qué pasaba si por alguna razón no podía escribir o si se quedaba sin cuaderno?. ¿Quién puso ese cuaderno allí?. ¿Tendría respuestas para ella?. Agitó la cabeza hacia los lados como deshaciéndose de tantas preocupaciones, decidió improvisar.

Escribió: "Salté encima de los charcos". Miró por la ventana, hacía un día espléndido. Quería poner a prueba aquel instrumento.

Dio un salto, corrió como una niña pequeña hacia el armario, mientras sonreía. Buscó un vestido que ponerse, le encantaban todos, le encantaba su armario. Volvió a deternerse ante la ropa que no era suya. Se acercó y la olió. Se le escapó una leve sonrisa. Se puso un vestido blanco, simple, sin detalles. En la parte inferior encontró unas sandalias. Se miró en el espejo y pensó que quizá a Sorolla le hubiera gustado pintarla, ¿habría playa en aquel lugar?.

Corrió escaleras abajo y abrió la puerta. El sol había desaparecido, llovía. Su sonrisa se volvió aún mayor, el cuaderno funcionaba. Salió al jardín, dejó que la lluvia destrozase su peinado, que las gotas se confundieran con las lágrimas que caían por su rostro. Lloraba de alegría, estaba saltando encima de los charcos.

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